PRESENTACION

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La maravilla del pórtico

jueves, 29 de julio de 2010

EL LIBRO DE VILLASIRGA




Hace ya muchos años, tantos que apenas puedo recordarlo, siendo muy pequeñito, vi por primera vez la iglesia de Villasirga y el impacto de su visión no se ha borrado todavía de mi recuerdo.

Porque yo nací en este pueblo, pero siendo de pocos meses se trasladaron mis padres a vivir a Arconada. No sé cual fue el motivo por el que con esos pocos años volví a Villasirga, pero lo que si recuerdo con toda nitidez es la mole imponente de las piedras del edificio de la iglesia.

De vuelta a casa, aquella noche soñé con castillos gigantes de piedra, torres almenadas, saeteras... sueños infantiles mezclados con fantasías sacadas de no se que regiones ignoradas.

Pasaron varios años en que aquella visión y aquellos sueños no se fueron de mi memoria. Por eso cuando con ocho años cumplidos volvimos a vivir a Villasirga, pude contrastar aquellas fantasías de sueños con la realidad tangible y creo que la realidad corría pareja con la fantasía.

Siempre que pasaba junto a la iglesia dejaba explayar mi imaginación y la rodeaba por completo con la vista fija en sus pétreos muros. Cuando entraba en su interior me extasiaba viendo aquellas columnas tan enormes y las bóvedas tan bien construidas. No podía concebir el sistema utilizado para su construcción y me admiraba pensando en qué andamios habían utilizado los hombres antiguos para tan gigante obra.

Entre los chicos de la escuela hablábamos del tema y había quien contaba una teoría, que quizás había escuchado de personas mayores: Decían que para construir la iglesia no necesitaban andamios pues tenían un método que consistía en ir rellenando de tierra la obra a medida que la iban construyendo y cuando ya estaba acabada la vaciaban y solucionado.

Todavía había un problema, ¿cómo trasladaban las piedras desde lejos, ya que en Villasirga no había canteras? Pues con carretas de bueyes.

Nos llamaba mucho la atención el pozo que hay dentro de la iglesia. Había quien contaba que desde allí había un pasadizo que comunicaba con la bodeguilla y que por allí se escapaban los monjes de la iglesia cuando les perseguían.

Recuerdo cuando me acercaba a los sepulcros y los curioseaba fascinado queriendo entender aquellas figuras que me parecían como de seres fantásticos de aventuras. Sobre el sepulcro de Don Felipe había un cartel muy bien rotulado explicando quienes eran los que estaban allí enterrados: Decía que eran los sepulcros del Infante Don Felipe quinto hijo de Fernando III el Santo y de su segunda mujer Doña "Inés". Si, recuerdo que decía Doña Inés.

Vivíamos en el arrabal y cada día contemplaba la mole de la antigua parroquia de San Pedro y siempre me ha acuciado la curiosidad de saber como es por dentro ese edificio. Por fin después de muchos años he podido saciar ese deseo y sigo pensando en que tan meritorio edificio debería tener un destino más digno que el que en la actualidad tiene.

A la edad de catorce años me fui de Villasirga llevándome esa añoranza de los años infantiles. He vuelto muchas veces, pero solo en cortas temporadas. Durante estas visitas mi afición preferida ha sido contemplar la iglesia, hacer fotografías y disfrutar de su belleza.

En las ausencias he mantenido la afición de recoger cuantos testimonios escritos o gráficos he podido encontrar. Mis posibilidades no han sido muchas, pero confío que de aquí en adelante, una vez libre de las obligaciones que hasta el momento me han tenido ocupado, pueda, con más tiempo libre, conseguir todos los testimonios que haya escritos sobre Villasirga.

Mi intención es reunirlos todos en un volumen esperando que algún día sirvan de fuente para otros estudiosos o entusiatas de la historia de Villasirga que con ellos puedan ilustrarse y animarse a completar la labor por mi emprendida.

Siendo, pues, esta mi intención y reconociendo que no soy un entendido del arte ni perito en historia, me he limitado ha hacer las puntualizaciones que mi buen entender me ha dictado, procurando ser un poco coherente en las apreciaciones y comedido en las fantasías con que, en algunas ocasiones, hay que suplir lo que no se sabe con certeza.

Esperando contribuir a que otras personas, sobre todo si son de Villasirga, se entusiasmen como yo con las glorias que nuestros antepasados nos legaron, he hecho este trabajo del que me siento muy orgulloso.

Madrid, marzo de 1.992

Tomás Alonso González
Con esta presentación empecé en su día lo que hoy os presento.

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